La revolución digital sacudió los cimientos sobre los que funcionó el cine durante más de cien años. Las salas cambiaron sus proyectores analógicos por otros digitales, los laboratorios cerraron y las voluminosas copias de celuloide fueron a parar a containers y basurales, reemplazadas por pequeños discos de computadora.
En la casa en la que vive Fernando Martín Peña los rollos fílmicos se amontonan por miles y cubren cada espacio del lugar. Peña recolecta lo que otros tiran o abandonan y lo guarda en su casa, casi el único refugio posible para ese material: a pesar de décadas de luchas y reclamos, Argentina no posee una institución oficial que se encargue de la conservación de su cine.
Diario de la Filmoteca es el registro de un universo en extinción, una bitácora del trabajo de arqueólogo empecinado que lleva adelante Peña. Narra, con solvencia y corazón, cada película de su archivo que ve, las circunstancias en las que se hizo de las copias, y a partir de esa premisa simple se desprenden historias en todos los rumbos posibles.
Es el libro de un cinéfilo que le da cauce a su asombrosa erudición, el de un crítico que comparte su concepción del cine y a través de su curiosidad intenta siempre pensar todo de nuevo. Es el libro de un apasionado, donde todo es generosidad: se colecciona para compartir, para conservar, para apreciar y para que todos tengamos acceso y así poder discutir, emocionarnos, hacer juicios de valor.
Es el libro que narra un año en la vida de Fernando Martín Peña, el apasionado, el generoso, el coleccionista, el erudito, el crítico, el escritor, el cinéfilo; nos invita a su día a día y nos recuerda, por si lo necesitábamos, lo hermoso que es ver cine.